27 oct 2017

Ningun pibe nace macrista


La novedad -¿anomalía?- macrista se instaló con ganas de quedarse por un buen tiempo. El peronismo está artrítico. El kirchnerismo, bastante mal herido aunque con resto. La izquierda bien, pero chiquita. El caso Maldonado no pesó. Y sin embargo…

Duda: ¿hacemos psicoanálisis social de peluquería -onda Facebook- o pretendemos la presunta racionalidad del así llamado análisis político? Improvisaremos más hacia lo segundo, sin fingir certezas. Gracias al Señor, ya Marcos Mayer, acá en Socompa, escribió bien bonito en relación al cómo nos sentimos. Un poco para el orto.

Primero las malas y muy conocidas noticias. Al Gobierno le fue un kilo y dos pancitos. Diez palos de votos a nivel nacional, más del 40 por ciento de los votos, cinco puntos más en relación con las PASO. Hay ahí –en ese crecimiento- un fenómeno difícil de interpretar y precisar pero que es doble: corrimiento del “efecto ganador” desde Capital hacia las provincias interiores y fronterizas del país (excepto Patagonia). Un corrimiento que tiene que ver acaso con lo que Mario Wainfeld llama el efecto embellecedor del triunfo. Pero también con el vaya-a-saber-qué de la novedad, el atractivo de la novedad política (no importa que no sea tal, sino que parezca). Por contraposición, y con mucho machacar desde los medios y otros poderes, hoy, para buena parte de la sociedad, peronismo y kirchnerismo son lo viejo, lo demasiado conocido y gastado y gris.

Cambiemos, en la comparación con las PASO, dio vuelta resultados en provincias muy importantes o importantes a secas: Buenos Aires y Santa Fe (era previsible), La Rioja y Chaco. Lo único altamente simpático ocurrido en los comicios fue que los pícaros Rodríguez Saá dieran el batacazo (a lo bestia, doce puntos de diferencia) revirtiendo lo sucedido en agosto pasado. Un corresponsal ahí para entenderlo, con estadía gratuita de diez días en Potrero de los Funes. Muy por el contrario, es tristísimo el resultado del tibio o sufrido socialismo santafesino: tercer puesto, sin llegar al 15%.

Lo de Carrió en Capital es –se sabe- un poco aterrador. Es poco consuelo decir que las últimas encuestas le daban unos cuantos puntos más. Es poco alentador asimismo pensar que perdió algún punto por las bestialidades que dijo en torno del caso de Santiago Maldonado. Pero hubo apenitas de eso.

Y ya que se menciona a Santiago Maldonado vamos a jugar con una idea que sabemos que es cruel porque sabemos cuánto dolor y cuánta angustia causa entre nuestros lectores que el Gobierno que más que seguramente encubrió la desaparición forzada de Santiago haya ganado tan cómodo. La idea –o más bien el riesgoso psicoanálisis social a distancia- es doble. Por un lado hay efectivamente una parte de la sociedad, más o menos importante, para la cual los Santiago Maldonado son tipos que rompen las pelotas: por diferentes, por quilomberos, por hippies sucios, por zurditos, por mochileros, por militantes, porque desordenan la vida, por anarcos, porque inquietan, porque no son normales. Pero seguramente para esa y más partes de la sociedad Santiago Maldonado es un muerto más de una sociedad que contiene violencias y muertes. Algo así como un muerto que no merece sobresalir del montón, un muerto como lo pueden ser las víctimas de un asesinato por robo o accidente o los muchos casos nombrados con insidia (María Cash, etc). Acaso para esos sectores sociales molesta que una muerte como la de Santiago Maldonado “rankee” más alto por consideraciones políticas. Acaso esa muerte incluso merezca menos respeto y hasta algún rencor. Que me vienen con ese muerto hippie o militantoso o quilombero y con los derechos humanos, en mi barrio la semana pasada mataron a una vieja los re mil hijos de puta, sería la… reflexión. O reacción. Y acaso sí, el gobierno tuvo responsabilidad, pero nada tan tremendo como para cambiar el voto.

Un muerto más, que no mueve el amperímetro, como tanto se charló en los medios –de manera opaca- y en las redes sociales –de manera más abierta-.


¿Un tercio de vaso lleno?

Para todos los demás –fuera de Cambiemos y la izquierda, bien ahí la izquierda- el resultado electoral es de flojo a malísimo. En la provincia de Buenos Aires el kirchnerismo suma la tercera derrota al hilo nada menos que con CFK impresa en la boleta. ¿Con qué comparar ese resultado? ¿Con el del 54%? ¿Con el de la derrota de Néstor Kirchner versus aquel candidato nacido en Colombia que tenía un bonito tatuaje en el cuello? Si la comparación es contra las PASO no está del todo mal, gordito, aunque el que escribe esperaba uno o dos puntitos menos para Cambiemos y su candidato a senador desaparecido (desaparecido hasta el festejo de la noche del domingo).

Veamos los números, aunque los números son fotos y cambian, a menudo cambian con vértigo. En provincia de Buenos Aires 37 puntos y monedas no es moco de pavo. Se lo puede leer al revés, claro, como ya lo vienen haciendo otros, como un kirchnerismo que no puede salir de la tercera sección electoral y eso también es cierto. La Nación, en su infografía de hoy, emplea la fórmula “kirchnerismo y aliados” para cuantificar otra cifra que no es nada pobre: 5.265.000 votos “contra” o “versus” o “con” 3.446.000 del PJ a secas en todo el país. Si se sumaran ambas cifras (sin Randazzo y sin eventuales peronistas que votaron a Massa) y si esas cifras representaran “peronismo a escala nacional”, aun entonces Cambiemos estaría ganando por bastante más de un punto. Y andaríamos –un suponer- en un empate técnico si se sumaran votos de Randazzo (¡qué manera de clavarse en el 5%, Florencio!) y no sabemos cuántos de Massa.

O séase: hay un derrumbe importante del peronismo. Ya sabíamos que el radicalismo fue engullido por Cambiemos. Es un mapa, hostias, muy novedoso y muy descolocado,

¿Medio vaso lleno?

Veamos lo mismo con otras consideraciones o algo parecido. Los cinco palos doscientos mil votos del kirchnerismo, decíamos, no son moco de pavo. Claro que suena a menos “21,8% a nivel nacional” y (apenas) tres provincias ganadas: Tierra del Fuego, Río Negro y ¿San Luis?

Urtubey, tercero.

Otro modo de verlo: la caída del kirchnerismo “no es tanta” si se la compara con el otro derrumbe peronista, que es más pior. En Salta, Urtubey perdió con Cambiemos pero también contra el kirchnerismo. Se supone que hay que decir chau Urtubey “presidenciable”, chau, referente del “peronismo racional”, fuiste. Algo así sucede con Schiaretti-De la Sota en Córdoba.

Entonces viene lo consabido, así como el sentido del mensaje de CFK del domingo a la noche. Unidad Ciudadana queda como la fuerza opositora-de frente mejor consolidada, “la base está”, y el massismo muy diluido. Siendo que –se supone, pero solo se supone- ahora vendrán los ajustes, tarifazos y reformas más duras del Gobierno, el día en que legendariamente llegue la bronca y al macrismo se le dé vuelta la taba… Unidad Ciudadana quedaría como… etc, etc, etc. Puede ser, con muchas reservas y augurios imposibles.

Pero puede que nunca llegue ese neo 2001 (acuérdense que si viene, viene con mucho dolor social) o que para entonces… vaya a saber qué carajo para entonces. Puede que CFK como líder de Unidad Ciudadana y de un eventual gran frente opositor peronista y progre tenga, como sucede ahora mismo, agotadas todas sus potencialidades para ganar nuevos votos fuera de los consolidados. Esa “tragedia política” padece Cristina: la de haber gastado todos sus sentidos, todos sus cartuchos, como si resultara infinitamente harto conocida y más conocidos aun los afectos y las broncas que genera. O puede que pase el tiempo y llegue el Día de la Bronca y eso la ilumine con nuevas luces. Pero es que de hecho aparecieron “nuevas Cristinas” en las entrevistas de campaña que dio (la del sorete Gelblung y la de la Negra Vernaci acaso fueron las más novedosas)… y parece que no movió nada, pero nada de nada. La vimos nosotros, nos cayó bien o mal, simpática o pedante, pero… ¿y al resto?

El Adolfo, ganador.

Va de nuevo: el que escribe ve un empate entre “CFK como la dirigente mejor posicionada para liderar la oposición” entendida como interpretación posible, algo verosímil, y la frase hecha. Porque la ecuación se complejiza cuando uno se pregunta qué carajo es el peronismo hoy, además de la eterna confederación poco o mal llevada de capitanejos tribales a menudo turritos o más bien conservadores. ¿Qué es el peronismo no kirchnerista hoy? ¿Hay ahí siquiera Duhaldes maomeno’ industrialistas? ¿Qué es el peronismo, hoy, con un sindicalismo manso, perdido y desperonizado? ¿Y si el peronismo comienza a emprender el rumbo maltrecho y agónico de la UCR de los 90 a hoy? La UCR no terminó de extinguirse antes por pérdida de relevancia e identidad o porque volvió al poder con el salvavidas del Frepaso. Hoy sobrevive en calidad de engullida –redundamos- dentro de la inmensa pitón que ya es Cambiemos. Uno se pregunta de verdad si el peronismo no transita un inicio de agonía, aunque es cierto que muchas veces se le extendió el certificado de defunción y fue al pedo. El peronismo queda bien huerfanito, eso seguro, salvo en la venerable República de San Luis. Y por supuesto la cosa está ahora muy lejos de pasar por Sergio Massa o por el amigazo Florencio, el que cumplió. Tarde para seguir preguntándose si CFK debió -¡si es que podía!- quedarse junto con Florencio y con el sello del PJ y temprano para saber si la creación de Unidad Ciudadana fue un antojo, una audacia excesiva o un golazo que sabremos apreciar en un par de años.

Último párrafo (sentimental)

No, no hubo efecto Maldonado –expresión espantosa- y eso duele muchísimo. Si lo hubo fue muy ligero, casi imperceptible. Algo dijimos más arriba.

Pero a fuerza de ponernos hincha pelotas, eso no habilita la afirmación del “somos una sociedad de mierda”. Es cierto que el que escribe le está poniendo un cierto voluntarismo a esta parte final y que se deprime como cualquiera. Pero, como para defender la tesis, parece complicado que una sociedad alegremente se haga “de mierda” entre los poquísimos años que transcurrieron del 54% que obtuvo Cristina al presente. ¿Demasiado rápido, no? Que el mundo anda un poco para el traste, sí. Uno se queda con el de Woodstock y Tupamaros, por decir algo. Pero, ¿“sociedad de mierda”? Son mejores las sociedades avanzadas que votan a Merkel, Rajoy o Trump?

Habrá que asumir, querida muchachada, que el pueblo no es “heroico” por esencia ni de mierda por esencia; que la condición humana no es ni angelical ni perversa. Es tornadiza, pónganlé.

Relax: los resultados electorales a menudo son fotos, como las encuestas. A Carrió le fue para el orto alguna vez y el domingo arrasó y muchos pasaron por algo parecido (UCR, Cristina, Massa). La interpretación no la sabemos, no nos pidan que cabeceemos.

Relax, tranquilos todos: ningún pibe nace macrista.

La vamos a pasar mal un buen tiempo, eso seguro. Del futuro a más largo plazo, ni idea.

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